Dos son los detalles que marcan la biografía de James Blunt. Una es que estuvo destinado, como capitán del Ejército británico que era, en Bosnia, y otra que ha conseguido desbancar nada menos que a Coldplay del número uno de las listas de ventas en el Reino Unido. Con sólo un disco, «Back to bedlam», ha conquistado el corazón de sus compatriotas, y ahora pretende hacer lo mismo con los pobladores de otros países. Sin embargo, todavía no es capaz de salir de su perplejidad: «Fue algo totalmente inesperado. Eran canciones que componía para mí, en privado. El siguiente paso fue conseguir un contrato discográfico para enseñarle a la gente mis sueños personales, pero en ningún momento me esperaba que su repercusión fuera tan grande». Que estuviera al frente nada menos que de treinta mil hombres en una zona que era un polvorín es algo que llama poderosamente la atención, pero él insiste en quitarle importancia: «No creo que antes y después de la guerra fuera dos personas diferentes. Me siento más influido por cualquier experiencia humana en relación con los demás». Tampoco cree que se refleje en su música: «De los diez temas, sólo dos hablan de la guerra. Sitúo mi carrera militar como un trabajo». A pesar de haberse convertido en el hijo rebelde en una familia de larguísima tradición castrense, pone distancias con aquellos que ven su ascenso como producto del pacifismo creciente, y prefiere buscar la explicación de su éxito en la sensibilidad que transmite su trabajo: «Son canciones muy personales, muy privadas, y precisamente por eso son muy honestas. La gente puede percibir esa honestidad, una manera de contar unos sentimientos que son muy similares a todo el mundo». Lo que sí se puede encontrar son unas melodías creadas sin ninguna intención pretenciosa, fáciles de adoptar por el oído aficionado al pop más sensible».
domingo, 26 de agosto de 2007
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